junio, 29
No sé si me entienden, pero a veces las cosas van que te dan vértigo...y todo parece moverse...mientras tú estás ahí intentando tomar tu sitio, intentando...
me encontraba entre las cosas así, bebiendo, contaba dos vodka, ocho cortos de tequila y cuatro cervezas, junto a C. y un tipo que había sido florista, boxeador y camillero de la morgue (hablábamos, él decía que todavía reía cada vez que escuchaba hablar de "amor eterno"), estábamos hablando y guardando respetuoso silencio; yo escuchaba Yo la tengo y "my little corner of the world" y luego de Nouvelle Vague, "this is not a love song" y "too drunk to fuck" (sea de paso: esa sería una excelente canción para el soundtrack de mi vida)...
el punto es que, entre tanto, las cosas dando vueltas y la canciones correctas sonando, el vértigo te trae recuerdos: de las cosas, las cosas que te caen encima...
El punto es que a veces las cosas andan dando vueltas, otras veces suben y otras veces caen...
Una noche vi cómo atropellaban a una chica poliomelítica en la calle. Estaba muy cerca de mí, ambas cruzamos la calle, pero yo me detuve antes. Salió volando con todos esos fierros en las piernas y sus pernos y sus bastoncillos, todo a la vez por el aire, dando vueltas, después cayó a plomo, como muerta...
Mientras venía la ambulancia, me dijo que tenía que cuidar mucho al pequeño Juanchi y me contó cómo hacerlo, cómo hacerle reír, cómo ayudarle a hacer los deberes, cómo abrigarle bien al salir para el colegio, qué comida le gustaba más, hasta cuando tenía que ir a revisarse la ortodoncia. Yo no tenía idea quién era el tal Juanchi, pero escuchaba muy atenta, como si luego fuese a acordarme de todo. La tuve allí en el suelo, en brazos, casi una hora, hablaba y hablaba y la sangre no dejaba de caer por todas partes, caía...
Al final llegó la ambulancia. En el hospital me dijeron que sólo tenía diversas contusiones y alguna costilla rota, había perdido mucha sangre pero no era tan grave. Por eso digo que a veces la gente se cae como muerta y no lo está...
Un día, un juez de tenis se cayó de su silla y se desnucó. Así es la vida, ni siquiera se trataba del juez principal que se sienta en la silla alta, sino de un juez de línea, de los que se sientan en sillas bajas. Pero allí se quedó el tipo, muerto por culpa de un mal pelotazo que le hizo perder el equilibrio. A veces uno se muere y da hasta risa, supongo que nadie tiene la culpa...
Cuando cumplí dieciséis años, mi madre me dijo: "hija, corre al cuarto a ver lo que te he traído".
En el cuarto había un loro. Yo nunca le había dicho a mi madre que me gustaran los loros, pero ella se empeñó, me compró uno y me lo dejó en el cuarto para darme una gran sorpresa. Así que no tuve más remedio que alegrarme muchísimo y abrazar al loro con todas mis fuerzas.
Era un loro de colores, gordo y mudo. Al principio no se movía casi y miraba hacia otro lado al verme venir, después comenzó a suicidarse. Se quitaba las plumas de una en una con más tesón del que nunca le hubise supuesto a un loro.
Llamamos al veterinario y el veterinario dijo, arrugando el ceño con gravedad, que se trataba de un trauma por falta de afecto.
Como no pensaba querer mucho más a mi loro, se me ocurrió soltarlo, para que fuese en busca de algo mejor, pero lo único que encontró fue el perro del vecino. Supongo que resulta difícil volar con una sola pluma en el cogote...
Una mañana, leí en el periódico que un anciano pastor había derribado un helicóptero de una pedrada. Resultaba que el helicótero andaba por allí asustando al rebaño y al pastor se le ocurrió que a lo mejor conseguía ahuyentarlo a pedradas. Después aparecieron los de la televisión y los de la radio y los de los periódicos y al pobre hombre le faltaban piedras para sacarlos a todos de su prado...
Después de la sexta cerveza imaginaba a Juanchi arrojándole piedras a una bandada de loros, pensando que quizá ganaría el cielo para su parlanchina madre si ayudaba a algún loro suicida a apurar su voluntad...
Una mañana, leí en el periódico que un anciano pastor había derribado un helicóptero de una pedrada. Resultaba que el helicótero andaba por allí asustando al rebaño y al pastor se le ocurrió que a lo mejor conseguía ahuyentarlo a pedradas. Después aparecieron los de la televisión y los de la radio y los de los periódicos y al pobre hombre le faltaban piedras para sacarlos a todos de su prado...
Después de la sexta cerveza imaginaba a Juanchi arrojándole piedras a una bandada de loros, pensando que quizá ganaría el cielo para su parlanchina madre si ayudaba a algún loro suicida a apurar su voluntad...
4 Comments:
pobre loro ! ( aunque no puedo nogar que me causó gracia.)
y... es verdad: tantas voluntades anticipadas! tantos finales indeseables!
el tiempo posándose sobre nuestras cabezas...
besos.
El mundo. No puede uno oponerse a el.
querida amaranta: creo que te merecés estar en "detestables". si querés, podés enviarme a mi correo (para que no se haga publica), tu dirección de correo y así puedo mandarte la invitación para que puedas pertenecer al grupo. si no queres unirte, no hay problema, aunque me encantaría que lo hicieras. besos!
Hola... No crei ser tan superficial pero en cuestión de amores lo soy, el amor que digo sentir es Ilusión, tienes razón, es necesidad, es soledad pero mientras haya un buen blog que leer, unas cuantas frases que soltar y a mi lado el mar, creeme, vale la pena llorar. Gracias Amy
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